El Gran Circo de Pulgas (PREMIADO)

Programa de acompañamiento y apoyo en el proceso de gestión de la enfermedad crónica y/o fase final de la vida para niños/as de oncología y paliativos, o cualquier niño/a en situación de enfermedad crónica, que les ayude a dar un sentido al proceso y facilite el trance, a través de la figura del Perro de Apoyo Social.

De la mano de la neurociencia y su evidencia científica como pilares del programa, se centra en buscar la reducción de los niveles de cortisol y el proceso de predisposición mental hacia el trance de las diferentes pruebas médicas.

Si bien es un programa abierto a cualquier niño/a en situación de enfermedad, sin etiquetas, está especialmente enfocado hacia aquellos que no tengan capacidad cognitiva suficiente como para comprender el fin del proceso por el cual ellos y sus cuerpos han de pasar: niños y niñas con discapacidad intelectual, autismo o capacidad cognitiva alterada o mermada. Ello provoca grandes dificultades en la ejecución de diferentes pruebas médicas (procesos de quimioterapia, radioterapia…).

El programa se basa en la actuación del Gran Circo de Pulgas, que se centra en:

1: humanizar y dulcificar el proceso
2: trabajar el símil de la enfermedad a través de las pulgas de manera transversal (algo negativo en el cuerpo del perro y cómo lo sobrellevó adiestrándolas y creando el gran circo de pulgas)
3: facilitar la predisposición a las pruebas médicas, mediante el vínculo con el animal y su acompañamiento, como compañero en el proceso.

El programa se basa en dos pilares metodológicos:

Primero, la actuación del Gran Circo de Pulgas, cuya guionización ha sido cuidadosamente diseñada, muestra a través de las pulgas, las diferentes emociones primarias que todos tenemos. Así, de manera transversal, los niños y niñas con limitaciones cognitivas aprenden las características de cada emoción, a través de las aventuras y desventuras de cada pulga.

La pulga forzuda rebosa ira porque es tan fuerte que al final todo lo rompe, la pulga equilibrista es una gran artista, pero últimamente le ha entrado miedo a las alturas, ¡menudo elenco! Menos mal que está Paparruchas, el perro pulgoso, que, además de autobús perruno, les va a ayudar, animándolas, confiando en ellas y enseñándolas que todo, con un poquito de paciencia, se consigue.

De esta manera, y de forma completamente descontextualizada, los niños y niñas reciben un triple condicionamiento emoción-gestión-resolución.

Segundo, el acompañamiento terapéutico. En el espectáculo, el animal es quién, a través de una de sus habilidades, acompaña, da fuerzas y anima a cada pulga. Ésta, envalentonada, animada y confiando en el can, realiza satisfactoriamente su parte de la actuación.

El otro pilar de la intervención viene cuando cada usuario debe enfrentarse a las diferentes pruebas médicas o de rehabilitación antes mencionadas. Es aquí donde el perro de apoyo social se muestra como un recurso transicional: podemos redireccionar toda la atención hacia el can.

Se realizará, en función de los protocolos sanitarios establecidos, un acompañamiento terapéutico con el can a las pruebas médicas. para ayudar a reducir los aspectos ansiogénicos. Así, una prueba médica tediosa o que provoca ansiedad se convierte en algo menos malo e incluso divertido.

En los casos que por protocolo sanitario no se pueda, se realizará las sesiones fuera del hospital, en la asociación o domicilio, acompañando el can hasta la puerta del Hospital, con la consigna que esperará allí hasta que termine.

En ambos escenarios, se realiza:
• Sesión terapéutica previa de preparación
• Acompañamiento a la prueba/puerta del hospital
• Sesión terapéutica posterior de relajación

Fundación Creality

 

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